Oda a la Pipirrana de Jaén

Oda a la Pipirrana de Jaén

 Oda a la Pipirrana de Jaén. Curioso título para una receta.

El amor puede sacar la vena poética de cualquier persona a la que Cupido atraviese con sus maliciosas flechas. Pero no tiene por qué ser a otra persona. Puedes sentir amor por tu casa, tu mascota, tu tierra, un paisaje, un sabor…

En mi caso, el amor por la gastronomía en general y por la tradicional en particular, hace que me empape de toda publicación sobre historia, productos, leyendas… y que me lleve al orgasmo con un bocado, un sabor al que no sólo mis papilas gustativas sucumban, sino al que también le rodeen recuerdos, momentos e historias.

El caso de la pipirrana es uno de tantos sabores que llevan en mi cabeza desde pequeña, y que están impregnados de los aromas de las tomateras cuando ayudaba a mi padre a recolectar los tomates en verano para llevarlos al mercado, del sonido del machaqueo rítmico del ajo y el pimiento que interpretaba mi madre sobre la fuente de «graná», del tacto del jugo del tomate corriendo por mi antebrazo hasta el codo cuando la ayudaba a pelar tomates, de las discusiones con mi hermana por ver si pillábamos un trozo más de huevo que la otra, del bullicio en la mesa en las noches de verano donde este plato era el principal, y se acompañaba por pescado frito, embutidos y demás viandas.

No es extraño entonces que esos recuerdos hayan desencadenado un batiburrillo en mi cabeza conformando un conato de poesía con fondo de receta.

Y reconozco que fue rápido. Cuando una idea llega a mi cabeza, toma forma rápidamente, no así el valor para publicarla.

Porque el miedo al ridículo es el peor de los miedos de los creativos.

Poco me podía imaginar el alcance que esta Oda a la Pipirrana de Jaén iba a tener en las redes sociales.

En tres días se reprodujo más de dos millones de veces en TikTok, un alcance de dos millones y medio en Facebook, casi trescientas mil reproducciones en Instagram… sin contar los miles (sí, miles) de nuevos seguidores en todas éstas redes sociales.

Vértigo. Un vértigo a seguir publicando porque sabía que nada podía superar el éxito de esta publicación. Son muchos los que me aconsejaban seguir publicando recetas en verso… algo imposible porque no soy poeta. Amén de la presión a seguir subiendo vídeos regularmente, lo que me es muy difícil por mis circunstancias personales.

En cualquier caso, mi «yo» interno me aconseja seguir disfrutando, empapándome de historia, publicar recetas que me gusten y a mi ritmo, grabar platos que después se compartan con familia y amigos. Y quizás algún que otro artículo sobre gastronomía que no implique ponerse el delantal.

Hace dos semanas que subí mi Oda a la Pipirrana a redes y aún no la había traído a este blog. Y este blog es en lo que más trabajo y cuidado he puesto en los últimos doce años. Así que aquí lo dejo por escrito para que un día mis hijas, o mi familia o los amigos y amigas que me rodean, puedan recordar con una sonrisa. Éste es el fin de este trocito de mí, de mi blog al que tanto cariño le tengo.

 

ODA A LA PIPIRRANA DE JAÉN

El plato más famoso 

de la tierra de Jaén, 

es la rica Pipirrana 

que te voy a enseñar a hacer.

En un Dornillo de olivo 

(o si no tienes, un mortero)

echa un ajo con sal

y lo majas con esmero.

 

Le troceas un pimiento 

y sigues machacando

hasta que bien majadito

se te vaya quedando.

 

De dos huevos cocidos 

las yemas echa al majado,

las machacas un poquito, 

y ahora las vas montando 

con aceite de oliva

picual y virgen extra, 

y lo bordas si el aove

es de Jaén, para más señas.

 

No seas parco en cantidad

y añádele un buen chorro, 

que la pipirrana está más rica

si el chorro es generoso.

 

En las huertas de Jaén 

cultivan los hortelanos

los tomates más dulces 

y ricos p’a este plato.

 

Los tomates bien maduros,

muy jugosos y pelados.

Troceamos muy pequeños 

y los echamos al majado.

 

Remueve con salero

y que se vaya mezclando, 

¡Ya verás qué caldo sale

p’a que sopes en tu plato.

 

Aprovecha las claras

de los huevos cocidos,

pícalas pequeñitas

¡que caigan en el dornillo!

 

El atún es un invento 

más moderno, pero rico.

Aunque con tomates de mi huerta 

yo, no lo necesito.

 

Se come con cuchara,

pero la que te voy a contar:

Corta a cuchillo una sopa

y en el tenedor pínchala.

Con ella recoge el tomate,

mientras se empapa del caldo

de este plato fresquito

¡Ay qué rico bocado!

 

Guarda bien esta receta

 y no la dejes de hacer,

que lo mejor del verano

es La pipirrana de Jaén.

 

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.